Los amenities en edificios dejaron de ser un “plus lindo de tener” para convertirse en una verdadera necesidad para la vida cotidiana. Después de los años de encierro y cambios en la forma de trabajar y estudiar, los usuarios empezaron a valorar mucho más los espacios abiertos, los sectores comunes y las zonas pensadas para desconectarse sin salir de casa. Hoy, elegir un departamento no es solo elegir metros cuadrados interiores, sino también evaluar qué calidad de vida ofrecen los ambientes compartidos y las áreas de esparcimiento del edificio.
En ese contexto, los amenities en edificios cumplen un rol clave: balcones amplios, terrazas con vistas abiertas, SUM equipados, parrillas, gimnasios, coworkings, piletas y solariums pasaron a ser espacios de uso diario y no solo de fin de semana. Estos lugares funcionan como extensión natural de la vivienda, permiten trabajar, entrenar, socializar o simplemente tomar aire sin depender de traslados ni horarios. También impactan en el bienestar emocional, ayudando a reducir el estrés y a mejorar la sensación de confort dentro del hogar.
Para los desarrolladores, el desafío es diseñar amenities en edificios que sean funcionales, versátiles y fáciles de mantener. No se trata solo de sumar una lista larga de servicios, sino de pensar qué necesita realmente el público: sectores de reunión bien ventilados, áreas verdes reales o incorporadas a través del paisajismo, espacios techados y descubiertos que puedan usarse todo el año y circulaciones cómodas que favorezcan el encuentro entre vecinos sin perder privacidad. Un buen diseño de amenities agrega valor al proyecto, mejora la experiencia de quienes viven allí y aumenta la demanda tanto de compra como de alquiler. En definitiva, los amenities ya no son un accesorio: son parte esencial de la propuesta de vivienda y una de las variables que más pondera quien está buscando su próximo departamento.
